viernes, 8 de mayo de 2009

Coming back again...

Cierto es que este blog no lleva el ritmo de publicaciones de los otros, pero últimamente clamaba al cielo que no le hubiera dedicado ni quince míseros minutos para contar mis últimas batallitas, que aunque no sean especialmente épicas, siempre intento que suenen divertidas.
Hice de anfitrión de unos amigos de Valencia durante la Semana Santa. Después de la costumbre de huir a mi tierra desde donde quiera que me encontrara en cuanto se juntaban más de tres o cuatro días de asueto, me sonaba exótico eso de hospedar a unos amigos de los de toda la vida, que son los que importan.

Fuimos a pasar un día a Toledo, que ya conocíamos todos, pero donde siempre es una gozada volver, independientemente del motivo. Lo que más llamó la atención fue que la Semana de Pasión se vive de una forma mucho más intensa en el interior que en Valencia. Me explico, aparte de que ni mis amigos ni yo somos religiosos (ojo, no confundir no-religiosos o ateos con anticlericales, que se usan como sinónimos y se parecen como un huevo y una castaña, pero eso para otro día), hay que decir que en Valencia cualquier fiesta del tipo que sea, religiosa o no, tiene tintes de juerga total tamaño maxi. La celebración más "famosa" de la Semana Santa en Valencia es la que se realiza en los barrios cercanos al puerto y la playa, y no le llega ni a los tobillos a las de Sevilla, por decir algún ejemplo que todo el mundo conozca. Podeis encontrar información aquí o aquí.

Lo importante en estas cosas es siempre lo que no se cuenta en los sitios oficiales, y chascarrillos y batallitas hay para parar un tren, incluso dejando aparte la tajada que llevan gran parte de los penitentes. Un año coincidió la Semana Santa demasiado cerca de las Fallas, y cuando al Cardenal de Valencia se le ocurrió la feliz idea de que, en señal de recogimiento y penitencia se debían cancelar las Fallas, casi arde Troya. También es notorio que casi todas las cofradías presenten a su Salomé cuando se sabe que sólo hubo una; el toque artístico de los atuendos de las diferentes interpretaciones de bailarina llegó a tal punto que provocó que uno de los responsables de las celebraciones de la Semana Santa en el obispado llamara a capítulo a las cofradías e impusiera unas normas mínimas de decoro y salud, que en Semana Santa aun refrescaba y con tan poca ropa la chica podía pillar un resfriado.

A quien se rasgue las vestiduras por no seguir la tradición, le diré que las tradiciones se forman por la costumbre, y la costumbre se forma por lo que la gente hace, así que por su propia definición, las tradiciones están en constante cambio y adaptación, porque la gente no hace siempre lo mismo. La confirmación del cambio constante la encontramos al día siguiente, en Madrid, donde visitamos un bar irlandés, con mucha tradición y solera de costumbres irlandesas, y en la barra no faltaban los pinchos de tortilla, los boquerones y las torrijas... ¡A eso lo llamo yo Alianza de Civilizaciones!